Las guerras por el agua, más cerca de lo que creemos
Pablo Castañeda
El mundo está pasando por una etapa muy crítica, desde una crisis de salud por el Covid-19 en la cual, aunque se piensa que ya pasó, a la fecha continúan los contagios con nuevas variables; también se sienten los efectos del conflicto Rusia-Ucrania generando el alza de precios de todos los productos alimenticios provocando el fenómeno denominado inflación
Pero, especial mención merece la crisis por el agua que ya se resiente en todo el mundo, aunque se hablaba que esta se daría en varios años hoy ya está presente, da cuenta de ello el siguiente dato: el 40 por ciento de la población mundial se ha visto afectada.
Y México no es la excepción, en el país el 77.68 por ciento de los municipios se encuentra en un grado de sequedad anormal, según el Servicio Meteorológico Nacional, significando que en un futuro se registren aumentos excesivos del precio de otros productos indispensables para la población y ante la insuficiencia de agua potable, se verá a la par un incremento excesivo de pobreza.
Pero esta sequía no se está dando por sí sola, sino que grandes empresas se han encargado saquear el agua de algunos países, como es el caso del nuestro, para demostrarlo tomaremos el ejemplo de Nuevo León, donde hay 15 empresas que acaparan 44 millones 490 mil 222 metros cúbicos de líquido contra un millón 33 mil 950 que es destinado al uso doméstico, es decir el 2.27 por ciento del total.
Ahora bien, en un reciente reporte de riesgos globales del Foro Económico Mundial, se mencionó que la crisis del recurso aparece como el tercer riesgo global de mayor impacto y este mismo se ubica también con riesgo de mayor probabilidad en materializarse, así que no deben descartarse conflictos internacionales. Ante ello existe una gran presión mundial por la privatización del agua potable aun con mayor impacto, siendo que organismos como la OCDE, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otros, los que se han encargado de intensificar esta presión entre los países capitalistas más poderosos, liderados por Estados Unidos (EEUU).
Derivado de esto, la Casa Blanca presentó un plan de acción para la seguridad global del agua, asumiendo el liderazgo mundial en la búsqueda del acceso equitativo al agua, y al mismo tiempo su seguridad nacional, mostrando que los intereses de la unión americana van más allá de sus fronteras al poseer la capacidad de ejecutarlos militar, económica y mediáticamente. Está comprobado que cuando los estadounidenses hablan de seguridad nacional no se refieren a lo que acontece dentro de su territorio, sino que se declaran listos para interferir en asuntos de otros naciones soberanas empezando por demostrar el liderazgo en el tema, afianzando influencia global en todos los aspectos y el agua es un recurso clave que está en su interés.
Es de notar, que si la preocupación de los gringos fuera la sequía, el parlamento de defensa estadounidense no sería el principal interesado en este asunto, así que además de la situación interna, el otro motivo de la Central de Inteligencia Americana (CIA) para adentrarse en esto se debe a la reconfiguración geopolítica que ha estado tomando forma desde el mes de febrero, pues el agua se encuentra concentrada en primer lugar en Brasil, en segundo en Rusia, el tercero corresponde a Canadá, el cuarto en Estados unidos y el quinto en China.
Como queda claro, uno de los competidores principales del imperialismo yanqui son Rusia y China, así que cuando EEUU habla de impulsar y dividir en partes equitativas el agua potable nos podemos imaginar en quién o quiénes tendrá que enfrentar para ganar esa competición.
Sin duda alguna, el planeta entero enfrenta problemas de escasez de agua, que de hacerse más grave la situación se podría terminar en problemas bélicos nunca vistos, por tanto, si el tema no se asume como una tarea conjunta entre todos los países y, por el contrario se permite que naciones como Estados Unidos se arroguen el derecho de decidir el futuro, con el pretexto de llevar la libertad a los ciudadanos ante sus gobernantes, (como lo han hecho siempre, acciones que han intensificado en décadas recientes), se puede concluir que las guerras próximas no serán por la conquista de nuevos territorios para llevar sus empresas y mercancías, sino para quedarse con el agua, que en un futuro será el más codiciado bien natural.